Uno del doce del veintitrés en esta ocasion Tierra y Alas se desplaza a tierras andaluzas, por la campiña de Castril y sierra de Baza, con el propósito de campear, de observar y fijar localizaciones para futuras incursiones por los parajes de estas extensas tierras.
Viernes tarde, avituallamiento de víveres para partir dirección a nuestro destino, entre los que no puede faltar sobres de sopa y café para soportar las gélidas noches y no menos las mañanas.
En la furgoneta dispuesta con colchón hinchable, nuestros sacos de dormir, hornillo y todos los bártulos como en el argot suele decirse vamos camino donde la noche se nos echa encima, llegamos a los Inodoros en el triangulo las Amontaras y fuente vera, donde pasamos la noche, una gélida noche que nos fue algo mas reconfortable gracias a las tazas calientes de sopa y café, los frutos secos, queso, chocolate y toda alimentación energética suponía un combativo para el frio que nos aguardaba.
Siete treinta del sábado, tomando un café en un bar de carretera, mañana mas que fresca, podríamos decir que los grados del termómetro rondan los parámetros mas cercanos al cero.
Nos dirigimos al rio Castril en busca del mirlo acuático, que teníamos constancia certera que estaba en el lugar, mi compañero Jordi lo tenia observado, en otra ocasion.
No se hizo esperar su presencia, donde vimos y dialogamos con tres fotógrafos de Granada, que tenían montados tres aguardos, en el lugar que normalmente lo han fotografiado.
Nosotros rio abajo montamos un improvisado aguardo pero con red de camuflaje con el fin de observar movimientos, ya que desconocíamos la tendencia y al parecer estaba marcado en el lugar donde los compañeros fotógrafos manejaban la situación. Lo vimos pasar cuatro veces rio abajo de donde nos encontrábamos, en un rio limpio con aguas gélidas, observamos como nuestro mirlo se sumergía en busca de su codiciado alimento.
No se observaban otras aves por este cauce de caudal poco profundo pero rápido, alguna lavandera cascadeña, algún mosquitero común supuestamente, pinzón vulgar y poco mas que a la vista observamos, que probablemente serán muchas las aves que este agreste paraje alberge.
Si bien siendo el almendro un árbol caducifolio da la sensación invernal, peinados por el gélido aire de sierra nevada, hacemos un alto buscando rayos de sol para comer.
La tarde corta y aun mas fresca, reavivado por el aire, que no es fuerte, simplemente presencial nos lleva a notar en la estación que nos encontramos; en la continuación por la basta tierra de piedra y caminos terrosos, observamos algunas cornejas en medio de los campos, en la lejanía un grupo de unos diez milanos reales en los almendros se encuentran posados, alguna urraca, pardillos pocos, la confiadas cogujada común en pareja, siempre que que no intentes fotografiarla, tan solo te ve la intención se desplaza lo suficiente, tuvimos la tarde amenizada por un cernícalo que el hambre le hacia hacer numerosos intentos de caza, con picados acrobáticos y fallidos, tras cernirse en prolongado tiempo, por mucho que estemos habituados a esta imagen tan común creo que siempre produce admiración hacia este pequeño falcónido, este pequeño cazador alado tan beneficioso para el campo.
Los luganos, hoy jilguero lugano, ya avanzada la tarde estaban encogidos, con su plumaje hinchado, aguardando el calor, la temperatura bajaba de forma no gradual, ya se preveía que la noche prometía estar mas cercano a bajo cero.
Cayendo la tarde dejamos los campos de Castril y camino a sierra de Baza para pasar la noche, donde emprenderemos un nuevo día ornitológico, caída la noche el frio era ya muy intenso, bajo cero, aparcados entre pinos, pusimos en un lugar una cámara fototrampeo sobre las nueve de la noche, y a cenar, para luego internarnos en nuestros sacos.
Lugano ultima foto de la mañana justo antes de salir para irnos, doce treinta