Recuerdo el viaje a Gallocanta, salimos una tarde desapacible,fría,llovicneando,con la ilusión que te lleva a desplazarte a sabiendas de que todo puede quedar fustrado por las inclemencias del tiempo,desde alicante al paraje soñado,donde observar este ave,suponíamos que en cantidades considerables,nuestro cometido no era otro que fotografiar su enorme estampa,llegamos al alojamiento,pasamos la noche y durante la misma por su hora temprana, cargamos el equipo,sustento para todo un día dentro de un hide de madera de pequeñas dimensiones,pero el ornitólogo esta acostumbrado y lo encuentra incluso acogedor,el termo de café con leche preparado para soportar las primeras horas dentro de aquel rectángulo en medio de lo inhóspito,cuando aun no ha despuntado el día,un sonido de algarabía despierta tus sentidos,palpitas por que objetivo de tu cámara esta preparado,la luz no te ayuda,pero sabes que esto no acaba nada mas que empezar,el día esta por delante,tu estas ahi,decir que la luz durante todo el día no fue la esperada,pero vivimos una apasionante jornada de fotografía,observacion y haber estado allí,en gallocanta.
Ya caida la noche nos dispusimos a abandonar el hide,el paraje inmenso,nos vamos para alicante con el recuerdo de la llegada de las grullas en vuelo casi de noche,con sus gracnidos,con haber pasado la jornada con tus compañeros de fatigas,con un sueño cumplido,queridos amigos merece la pena vivirlo.
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