Había estado observando un paso del jabalí, el terreno ofrecía todos los indicios, paso tipo senda, tierra levantada, arena ahuecada del constante revolcar, ciénaga. Todo prometía, sabia que la hora seria factor primordial para obtener algún resultado.
Cinco menos veinte de la mañana suena el despertador, todo preparado, 5.30h en el lugar, monto el escondite, no uso hide para no crear recelo, uso la red de camuflaje ,adornada con cañas y plantas del lugar para integrar mi posición en el paraje, el aire de cara, el casi inerte aire que solapa la mañana, pegado a la ciénaga, esta la pisoteo con las botas de agua para crear un fuerte olor a fango cenagoso.
Mis botas olían a este pegajoso lodo. Solo falta que aparezca esta especie de fuerte porte y pelaje duro como espinas que le protegerá de los imperios campestres en sus duros habitas donde vive y se tiene que hacer paso.
No se hace de esperar una hembra adulta, una sub-adulta, posiblemente una hija del año anterior que no se ha independizado y ayuda a la madre en la tarea de los conducir a los obedientes rayones, siete jóvenes rayones de considerable tamaño siguen la estela de estas sufridas hembras.
Los jabalís que últimamente bajan a las poblaciones y no se asustan de la gente, que son fotografiados comiendo de la mano, también en hide preparados con comida, son tan numerosos que se hacen descastes abatiéndolos para reducir, o eliminar si fuera preciso según decretos que quizás no comparto.
He de decir que estos no pertenecen a ese grupo, estos son salvajes, recelosos, huidizos, observadores, hocico al aire, envueltos en la maleza, comedores de raíces, nadadores excelentes como pude observar en estos jóvenes cruzando a nado el rio donde la lamina de agua les doblaba en profundidad. Solamente ellos y yo, parece un animal común, poco significativo, pero puedo decir que el corazón palpita, ante estos salvajes animales amigos de pocos y posiblemente dispuestos a defender a muerte sus retoños si así la situación lo requiriera.
Los disparos y enfoque de cámara en silencio, yo integrado en el medio y de esta manera he podido disfrutar, no solo de la fotografía, si no también de las costumbres y hábitos de esta mal estimada especie, que muestra en su estado mas puro una de las mas bellas y apasionante imágenes de nuestra observación.
Cinco menos veinte de la mañana suena el despertador, todo preparado, 5.30h en el lugar, monto el escondite, no uso hide para no crear recelo, uso la red de camuflaje ,adornada con cañas y plantas del lugar para integrar mi posición en el paraje, el aire de cara, el casi inerte aire que solapa la mañana, pegado a la ciénaga, esta la pisoteo con las botas de agua para crear un fuerte olor a fango cenagoso.
Mis botas olían a este pegajoso lodo. Solo falta que aparezca esta especie de fuerte porte y pelaje duro como espinas que le protegerá de los imperios campestres en sus duros habitas donde vive y se tiene que hacer paso.
No se hace de esperar una hembra adulta, una sub-adulta, posiblemente una hija del año anterior que no se ha independizado y ayuda a la madre en la tarea de los conducir a los obedientes rayones, siete jóvenes rayones de considerable tamaño siguen la estela de estas sufridas hembras.
Los jabalís que últimamente bajan a las poblaciones y no se asustan de la gente, que son fotografiados comiendo de la mano, también en hide preparados con comida, son tan numerosos que se hacen descastes abatiéndolos para reducir, o eliminar si fuera preciso según decretos que quizás no comparto.
He de decir que estos no pertenecen a ese grupo, estos son salvajes, recelosos, huidizos, observadores, hocico al aire, envueltos en la maleza, comedores de raíces, nadadores excelentes como pude observar en estos jóvenes cruzando a nado el rio donde la lamina de agua les doblaba en profundidad. Solamente ellos y yo, parece un animal común, poco significativo, pero puedo decir que el corazón palpita, ante estos salvajes animales amigos de pocos y posiblemente dispuestos a defender a muerte sus retoños si así la situación lo requiriera.
Los disparos y enfoque de cámara en silencio, yo integrado en el medio y de esta manera he podido disfrutar, no solo de la fotografía, si no también de las costumbres y hábitos de esta mal estimada especie, que muestra en su estado mas puro una de las mas bellas y apasionante imágenes de nuestra observación.
